viernes, 24 de junio de 2011

Conociendo Stonehenge

Decidimos conocer Stonehenge durante el solsticio de verano, la madrugada del 21 de junio, el día que más gente visita el sitio arqueológico. Íbamos Doc y yo, nuestros amigos mexicanos Michelle y Toño, nuestra amiga francesa Fanny y su novia polaca Olga. El plan era el siguiente: Fanny iba a rentar un coche el lunes por la tarde, saldríamos como a las 6:30pm de Brighton y llegaríamos a Stonehenge por ahí de las 9. Pensábamos comprar una tienda de campaña, pero nos enteramos que no se podía acampar, ni siquiera llevar sleeping bags.  Así que lo único que llevamos fue suficiente ropa para aguantar el frío, comida (básicamente carnes frías, pan y papas) y bebidas (cerveza, vino y agua).

Empezaba a llover cuando dejamos Brighton. Aunque todos habíamos visto diferentes pronósticos del clima que apuntaban a que esa noche no se vería otra cosa más que nubes, guardábamos la esperanza de que al menos al amanecer, a eso de las 4:50am, se podrían ver los rayos del sol.

Llegamos a Stonehenge pasadas las 9 de la noche. Policías con chalecos color amarillo fosforescente nos señalaron dónde podíamos estacionar el carro, a un kilómetro de las místicas piedras. Había varios vehículos ya estacionados. El carro vecino lo abordaban adolescentes británicos que a pesar de la lluvia, escuchaban música a alto volumen y bebían cerveza fuera del auto. 

Salvo en el solsticio de verano, las piedras monolíticas de Stonehenge permanecen cercadas por una malla metálica, para evitar que los turistas las dañen.  Pero durante el solsticio esa cerca se quita, y los turistas pueden tocar las piedras. Con esa motivación caminamos el kilómetro que nos separaba de las piedras que a la distancia se veían iluminadas por varias luces. Conforme nos acercábamos comenzamos a escuchar tamborazos y gritos de júbilo de la gente que ya estaba en el lugar. También empezamos a ver gente de todas edades disfrazada, con túnicas blancas y bastones, un atuendo cuyo significado nunca pudimos descifrar.

Para llegar a las piedras se tenían que pasar por dos filtros de policías, uno a la salida del estacionamiento y el otro a la entrada de las piedras. Entre otras indicaciones, los letreros decían que sólo se permitía introducir “personal amounts of alcohol” al lugar, lo que sea que eso signifique. La verdad es que se podía introducir todo el alcohol que se quisiera, y tal es así que a las 10pm ya había personas cayéndose por haber ingerido personal amounts of alcohol.

Entre un mar de gente, ya de noche, sobresalían las piedras de Stonehenge. El sitio no es grande pero sí impresionante, supongo que porque siempre he visto imágenes de Stonehenge y supe que alguna vez tendría que estar ahí. Cuando entramos al círculo que forman las piedras nos llevamos una sorpresa, hasta cierto punto desagradable. Había gente que había llegado muy temprano y que por eso, había “apartado” su piedra para pasar la noche. Varios grupos de gente estaban sentados sobre cobijas o manteles recargados en las piedras, espacio del que bajo ninguna circunstancia se moverían en toda la noche. El interior del círculo parecía más un antro que un sitio arqueológico: gente bebiendo por todos lados, basura tirada, gente recargada en sus piedras, tambores, gente disfrazada… “A Little too much”, dijo Fanny.

Si ése era el escenario a las 10pm, podrán imaginarse el de las 4:30 de la mañana. Nosotros regresamos al coche, tomamos nuestros víveres y algo de alcohol, no mucho, porque los baños eran móviles y no estaban muy limpios, por lo que al menos yo decidí evitar las varias idas al baño. Llovió un rato, nos metimos al coche y esperamos a que dieran las 4am para regresar al sitio.

Cuando dio la hora, volvimos a caminar el kilómetro hacia las piedras. El cielo estaba totalmente nublado, pero seguíamos con la esperanza de que las nubes dejaran pasar los rayos del sol. Llegamos a las piedras y ahí seguía la misma gente pero más despeinada, más borracha, más cansada. Había gente cayéndose de lo tomada que estaba, nos tocó ver gente que vomitaba o vómito en el pasto, personas profundamente dormidas, basura por todos lados.

Nos colocamos fuera del círculo de piedras, justo donde estaban las cámaras de Reuters y AP, porque ellos sabían desde dónde se verían mejor los rayos del sol. El camarógrafo de AP fue el primer realista al decirle a sus compañeros que no se vería nada. Y así fue, dieron las 5am y el día clareó, pero no se veía el sol por ningún lado. El escenario: Stonehenge a las 5am, sin un sólo rayo de sol, entre un mar de gente enfiestada y sin dormir, muy diferente a como lo pintan en las fotografías.